martes, mayo 27, 2008

"Belleza invaluable": mujer devaluada.

(Cashback, Sean Ellis, Gran Bretaña 2006)
Un fotógrafo excepcional, una buena historia, un guión que da para mucho, poco presupuesto y un par de buenos actores ¿cuál podría ser el resultado? Desde inmejorable hasta decepcionante. El director es el fiel de la balanza. Un director que no entiende lo que es ser fiel a su propia historia y a los personajes, no tiene oficio y ese, me parece, es el caso de Cashback.
Hace mucho tiempo que una cinta no me ponía en la encrucijada de salirme del cine o quedarme a esperar que mejore.
El cine de terror no me gusta. El sufrimiento de los niños en la pantalla me puede matar. Pero acabo de descubrir un género que me indigna: aquel en el que el director -no los personajes como parte de la historia- usa a la mujer como objeto y sólo como eso. Una historia que todo lo justifica con unos supuestos de amor y de belleza.
Quiero detenerme en una escena. Ben (Sean Biggerstaff) es un estudiante de arte porque quiere ser pintor. Es un estudiante, casi ingenuo, enamorado de la belleza, a diferencia de su pervertido –desde la infancia- amigo Sean (Shaun Evans). Ben está aprovechando sus 8 horas extras que el insomnio le está regalando cada día y trabaja en un supermercado por las noches. Ya no está enamorado, pero el rompimiento con su novia le dejó una factura: el insomnio. Como es capaz de detener el tiempo a su antojo mientras él mismo se mueve entre las personas inmovilizadas, detiene el tiempo en un pasillo del supermercado lleno de mujeres y una pareja joven. Se pasea de un lado a otro y, sin que la cámara de cuenta del desarrollo, aparecen todas las mujeres semivestidas o semidesnudas: alguna con tanga y una que otra con una blusa sólo acomodada sobre un brazo o un hombro. Gordas y flacas, altas y bajitas, jóvenes y no tanto, morenas y blancas. La cámara da cuenta de cada una de ellas en una larga y detallada secuencia. Ben se sienta en un banco a pintar a una de las mujeres: pinta su cara y una parte de su pecho. Al terminar, Ben recorre el pasillo junto con la cámara y de pronto aparece la joven pareja. Ella: semidesnuda. Él: totalmente vestido. ¿Lo justo hubiera sido que el joven apareciera en igualdad de circunstancias que ellas? ¡No! no se puede simplificar a una situación de igualdad sin más. El trasfondo es mucho más que eso. La mujer –todas las mujeres- en un pasillo del supermercado para él sólo, pero… ¡a él no le interesa pintar más que sus caras y, cuando mucho, una parte del pecho! El director lleva a su personaje principal a una contradicción imperdonable, porque no es a Ben a quien le importan llas mujeres como "cosas" sino al director que se retrata en el amigo de Ben. Sean Ellis –el Director- es Sean Higgins –el amigo de Ben-.
Tercer milenio: 2006. Primer mundo: Londres. ¿A dónde nos ha llevado la supuesta liberación femenina? Con el pretexto del arte –cine- el director vende a la mujer como mercancía.

¿Algo rescatable? La narración de los primeros cinco minutos y de los últimos 10, que le regalo como cortesía al final, querido lector. Y los efectos especiales que cada día son menos especiales.

Esta cinta no tiene una sólo escena en la que involucre una relación sexual explícita, por lo que en México la calificaron como B-15. Magnífico… si queremos unos adolescentes que vean el sexo como algo vulgar, que vean a la mujer como una cosa y no como una persona; si queremos que nuestras adolescentes SE piensen a sí mismas como objetos, como productos, incluso detrás del fondo pseudo-poético de la cinta. Este es uno de los casos en los que la pornografía y el erotismo se esconden tras la etiqueta de “cine de arte”, por diez minutos rescatables. No es cine de arte: es una cinta "pornosoft". Sí, grotesca.

No se que fue lo más desagradable de la cinta, si las mujeres del pasillo en Cashback, los adolescentes espectadores o las mujeres adultas que festejaban los insultos del director en la sala de cine, a un lado de nosotros.

Lo prometido es deuda. Aquí va la narración para ahorrarle casi dos horas:
"Once upon a time, I wanted to know what love was. Love is there, If you want it to be. You just have to see, that it's wrapped in beauty, and hidden away between the seconds of your life. If you don't stop for a minute, you might miss it.”
“Había una vez que yo quería saber lo que era el amor. El amor está ahí si tú quieres que exista. Sólo tienes que verlo, está atrapado en la belleza y escondido entre los segundos de tu vida. Si no te detienes por un minuto, lo puedes perder”. That’s all.