jueves, diciembre 06, 2007

"Dogville" y el dios justiciero.


El cine nos revela no sólo las intenciones del director, sino también su cultura, su historia, consciente o no, además de la historia que nos cuenta. Es el caso de la obra del director danés Lars Von Trier(1). En su obra refleja un neto existencialismo Nietzscheano: un pesimismo mortal en el ser humano. Dogville es quizás el ejemplo más claro de la visión pesimista del director danés. La absurda fe en el hombre, tanto como la irracional idea de un dios misericordioso, golpean brutalmente la cara del espectador casi al final de la película.

La escenografía minimalista y la oscuridad, despojan a la cinta de cualquier signo humano de belleza a pesar de la innegable belleza de Nicole Kidman.

"Dogville" lleva al límite el sufrimiento humano causado por el hombre mismo, para luego dejarle las cuentas al padre... un padre que no es padre, sino vengador, que incita a su hija al odio y a la venganza. A cobrar una por una las ofensas, la cobardía, las violaciones que el hombre, cada hombre no puede dejar de realizar según la visión del danés. El perdón, para él, es una acto de infinita soberbia y sólo el poder puede acabar con este mal desde su raíz: eliminar al hombre y no dejar vestigio alguno de su presencia. El fin y los medios igual de perversos. Los perros actúan por instinto y para el Director danés, el hombre no puede ser más que un perro con la posibilidad de hacer más daño. Claro, el perdón es "irracional" porque "el corazón tiene razones que la inteligencia no comprende" como diría Pascal. La violencia genera violencia.


En el fondo, como siempre, se encuentra "el riesgo de la libertad". Una libertad que Von Trier le niega al hombre al decir que sólo actúa por instinto, un instinto hacia la violencia. Una libertad que nos puede hacer los seres más viles o las personas más excelsas capaces de perdonar y de amar. Con nuestros actos escribimos nuestra propia biografía: esa es la libertad y nadie nos la puede arrebatar.


El dios justiciero de Lars Von Trier, no es el Dios cristiano y personal: es el paradójico dios del ateísmo. El hombre de Von Trier no son el hombre y la mujer reales, es un hombre visto desde el lente desprovista de fe y de esperanza en el hombre mismo.


Von Trier no ha podido hoy terminar su última película "Anticristo" debido a una profunda depresión. Perder la fe en el hombre tiene un altísimo costo.


(1) La trilogía que lo dio a conocer a nivel internacional consta de: "El elemento del crimen", "Epidemia" y "Europa", así como "Los idiotas", "Bailando en la oscuridad" y más recientemente "Dogville".

2 comentarios:

Roberto Samper dijo...

Hola, me parecen muy interesantes las reflexiones que haces sobre algunas de mis películas favoritas en tu espacio, en particular 21 Gramos, No es país para viejos y esta maravillosa Dogville.
Tengo entendido que Lars Von Trier se inspiró en un poema de Bertolt Brecht, Canción de Jenny la de los piratas. No es de extrañar por tanto su ateísmo en el tratamiento del film ya que el propio Brecht en uno de sus más bonitos poemas, Contra la Seducción, arremete con dureza, de un modo no excesivamente discreto, contra la religión y sus preceptos de vida eterna y paraíso terrenal.
A mí personalmente me gusta mucho el enfoque de Dogville, al mostrar a Nicole Kidman como arrogante por perdonar a sus agresores y aunque si bien el desenlace me satisfizo, debo reconocer que siendo una de esas, tan necesarias, películas que "cuentan algo", ciertamente podría haber aportado una visión más positiva de la vida, ya que es verdad que sentimientos como el deseo, los celos o incluso el ansia de poder, pueden hacer al hombre comportarse como un animal, pero también hay mucha bondad e historias maravillosas que plasmar en el cine.
En definitiva, gracias por recordarme ésta y las otras maravillas del séptimo arte y felicidades por tu espacio.

Anónimo dijo...

Roberto:

Gracias por tus comentarios. Buscaré "La canción de Jenny...".
No cabe duda que el perdón es sumamente complejo, casi diría irracional. El perdón sólo es posible gracias al, también absurdo, amor. Pero ¿qué sería del mundo sin el perdón? Encuentro una lógica arrolladora: en el mundo exclusivamente racional, no cabe el amor.
Por cierto, me gustaron mucho tus colaboraciones en "El arca de Sofía".
Saludos,